Ciudad de locos

Un falso crítico de cine deja de recibir los apuntes que le manda un viejo amigo desde Madrid, en los que basa sus artículos para la prensa. Amenazado no sólo en su impostura sino en su mismísima identidad, el falsario se lanza a una búsqueda desesperada y fantasmal del corresponsal desaparecido. En ese viaje iniciático se encontrará con viejos cnonocidos y también con desconocidos que aparentan saber demasiado sobre una historia de traiciones intelectuales y sentimentales, de mentiras y de ficciones. Madrid, Ginebra, Praga y un cuento de Jorge Luis Borges serán las paradas de un...

Salomon Meijer es un tratante de ganado judo que vive con su familia una vida tranquila y rutinaria en la apacible ciudad de Edingen, en Suiza. Cierta noche de 1871, un pariente lejano llama a su puerta: nadie en la familia Meijer puede imaginarse el cambio radical que tal hecho supondr para sus vidas. Janki, ex soldado francs, aparece con sus nfulas de grandeza dispuesto a triunfar. Al cabo de un ao, ya tiene negocio propio y varias mujeres de la poblacin suspiran por casarse con l, lo que sembrar no pocas discordias entre sus propios parientes. A lo largo de varias generaciones asistimos a...

Basándose en un episodio histórico —el único intento de insurrección armada de los esclavos negros del sur de los Estados Unidos anterior a la guerra de Secesión— y en un caso real del que apenas existía documentación, a través del relato de los sucesos puntuales y la confesión del propio esclavo-asesino, William Styron construye una de las mejores novelas norteamericanas de los últimos años. La revuelta fue dirigida por un notable predicador negro llamado Nat Turner, un esclavo educado, que sintió la orden divina de alzarse en armas y ejecutar la venganza más sangrienta:...

Ya puedes ser mi mujer: "—Oye —agarró a su novia por los hombros— ¿Qué nos pasa de un tiempo a esta parte? Te digo, Natalia, lo mejor es casarnos. Yo no aguanto más. Antes, todo nos lo impedía, pero ahora... —Hablaremos en otra ocasión, Santi. —Hablas con acento cansado. Como si todo te aburriera. —Pues yo no tengo la culpa. —¿Y la tengo yo? —casi exaltado. —Tampoco. Ya discutiremos eso en otra ocasión, ¿te parece? Santi la apretó contra sí. ¡Era tan linda y tan maravillosamente femenina! Y tan bella... Él la quería. —Hace un siglo que no nos besamos —dijo...