Primero fue la muerte y luego la conciencia que dio paso al orbe. Sometidos a una fuerza implacable que llamamos vida, nos enfrentamos al devenir obligado; nos entregamos al deber fatal de llenar los instantes, de justificar los ahoras. Frente a una soledad cósmica inexplicable, los personajes de La carretera harán lo que sea por sobreponerse. Como moléculas agitándose al azar en un caldo de tedio y sinsentido, echarán mano del odio, la alegría, el absurdo, la estupidez, el insulto, la mentira, la amistad, la locura, la cobardía, la pereza, el amor increíble, la tentación del valor,...